martes, 9 de febrero de 2010

Claroscuridades del carmín. Por Mario Alberto Martinez Hernández.


Era la calle, lineal
acaecida, parpadeante
punzada con magros pasos,
avenida donde la sombra contrasta
con el pavimento de la conciencia rota
sobre ríos de peces Chrysler, caucho y aceite.

Aceras de color del hastío
marchitas flores de camellón,
envenenadas por el aire taciturno
que va encaminando el eco
de las voces andrajosas de estopa
de niñas chorreadas de mugre,
de niños con colmillos de perro.

Calle: aguardo en tu vientre de cemento
cuando la soledad me enciende el cigarrillo
cáncer entre cáncer,
viento afilado que rasguña el karma,
espejo de claroscuridades,
el carmín circula tambaleante,
predecible se refugia
ataviado de venas que se cobijan con la carne.

En el sigilo se dosifican los segundos,
palpo desesperado los minutos,
luego mutan: rumiantes horas que me desgastan
en las agitadas esquinas meadas de la ciudad,
atiborradas de pecados que veo,
en las que camino.
En las que te sigo esperando.

Publicado por Mario Alberto Martinez Hernández. A.K.A asfalto.

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